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Prevención primaria: La Clave para Combatir el Dengue

María José Lizardo



El dengue se refiere a la infección causada por el virus del dengue. Actualmente afecta casi la mitad de la población mundial (Messina et al., 2019). Por medio de cálculos estadísticos, se estima que la idoneidad para la sobrevivencia del virus/vector (humedad, temperatura, precipitación), se expandirá en África y Sur América de manera significativa.


A mediados de mes, el número de personas infectadas en nuestro país había incrementado a 28,600, de las cuáles el 73% presentaron dengue clásico y 27% fiebre hemorrágica (EFE, 2019). A finales del mes de julio, la cifra aumentó a 34,800 personas afectadas (Pineda, 2019). Las autoridades manifiestan que 59 personas (0.16%) han fallecido este año por dengue grave (Pineda, 2019), aunque otros sugieren un 1.2% (343 personas) (EFE, 2019). Como dicho anteriormente, las predicciones revelan que la prevalencia no tenderá a disminuir. El virus se seguirá expandiendo en los años proyectados, del 2020 al 2080 (Messina et al., 2019), incluyendo a Honduras; mientras en otros países, se contraerá. Es importante considerar que los números son personas, y las pérdidas pesan. Estas pérdidas pueden ser evitadas inicialmente por la prevención primaria.


El virus del dengue es un virus encapsulado compuesto por una cápside cuyo interior contiene un tipo de material genético denominado ARN. El virus del dengue pertenece a la familia Flaviviridae, junto con el virus del Zika y el de la Fiebre Amarilla (Thomas, Endy, Rothman, & Barrett, 2015). El virus del dengue contiene cuatro serotipos. Esto es importante puesto a que el sistema inmune no protege para todos, solo contra el que haya reconocido durante una infección (St. John & Rathore, 2019).


El síndrome que manifiesta la infección por el virus es usualmente una fiebre hemorrágica, también llamada históricamente como fiebre quebranta huesos (Thomas et al., 2015). La fiebre hemorrágica, tal como su nombre lo explica, se caracteriza por temperaturas mayores a 37.5ºC y sangrados, tanto internos en el cuerpo como externos.


La manera en que el virus se transmite es mediante la picadura del mosquito Aedes aegypti. La epidemiología de la infección esta pues determinada por la distribución del mosquito, por tanto se distribuye en la zona de los trópicos y subtrópicos. Puede ser transmitido también por Aedes albopictus, Aedes polynesiensis, entre otros, los cuales poseen características distintas. El mosquito se ha adaptado a sobrevivir en áreas similares a la de los humanos. Por tanto, se reproducen y ponen sus huevos en sitios con agua estancada. Los mosquitos vuelan bajo. Muerden en intervalos de dos horas, durante la mañana y en la noche.


El ciclo de transmisión es bastante sencillo: la hembra se infecta al alimentarse con una persona infectada. Los productos por tanto están infectados y al morder a una persona no infectada, esta se infecta. Las personas infectadas son intermediarios del virus para infectar a los mosquitos.


La primera infección por el virus es frecuentemente subclínica, es decir, pasa por alto. Un 75% padece de síntomas (Yasmin & Mukerjee, 2019). Se caracteriza por una fiebre acompañada de malestar general, dolor muscular y óseo (fiebre quebranta-huesos), rash, etc. Son datos que reflejan la lucha entre el sistema inmune y las partículas virales que intentan sobrevivir. Presentaciones clínicas más severas no son otra cosa que nuestro sistema inmune haciendo su trabajo.

La segunda infección es la más severa. Y lo es debido a que nuestro sistema inmune tiene memoria. Esta memoria puede ser a otros serotipos e inclusive a otros flavivirus que hayan infectado al huésped (St. John & Rathore, 2019; Thomas et al., 2015). La fiebre hemorrágica ocurre como producto de una sobreactivación del sistema inmune conocida como inmunopatología (Screaton, Mongkolsapaya, Yacoub, & Roberts, 2015; St. John & Rathore, 2019). Como consecuencia de esta sobreactivación, el sistema circulatorio falla y es así como los fluidos corporales se traslocan a espacios inadecuados. A partir de allí, la recuperación es díficil.

El virus del dengue causa daño, sí. Pero nuestro sistema inmune causa aún más daño. Prevenir la mordedura del mosquito es la clave puesto a que combatir la infección es una espada de doble filo. Debido a esto, el uso de una vacuna es contraproducente (Screaton et al., 2015; Yasmin & Mukerjee, 2019).


En primera instancia, prevenir el agua estancada es fundamental. Prevenir la entrada de los mosquitos a las casas es pertinente. Para protección individual, es recomendado utilizar ropa que cubra las extremidades y utilizar repelentes aceptados por la CDC (CDC, 2019).


La prevención también recae en otros factores. Por ejemplo, estudios reciente indican que las personas mayores de 60 años y las personas con más de dos comorbilidades incluyendo asma, diabetes y enfermedad cardiovascular tienen un mayor riesgo de complicaciones severas (Pang, Hsu, Yeo, Leo, & Lye, 2017). Mantenerse sano es por lo tanto de vital importancia.

El dengue es un viejo amigo, afectándonos desde hace unos 60 años. Su vector se ha expandido en sincronía con la globalización. No hay tratamiento. Radica en nuestro comportamiento que tanto este virus nos afecta. La prevención primaria no es una norma, es ética.



Referencias:


CDC. (2019). Prevent Mosquito Bites. Retrieved July 30, 2019, from https://www.cdc.gov/dengue/prevention/prevent-mosquito-bites.html

EFE. (2019, July 24). Ascienden a 28.603 los casos de personas infectadas por dengue en Honduras. El Diario. Retrieved from https://www.eldiario.es/sociedad/Ascienden-personas-infectadas-dengue-Honduras_0_923907612.html

Messina, J. P., Brady, O. J., Golding, N., Kraemer, M. U. G., Wint, G. R. W., Ray, S. E., … Hay, S. I. (2019). The current and future global distribution and population at risk of dengue. Nature Microbiology. https://doi.org/10.1038/s41564-019-0476-8

Pang, J., Hsu, J. P., Yeo, T. W., Leo, Y. S., & Lye, D. C. (2017). Diabetes, cardiac disorders and asthma as risk factors for severe organ involvement among adult dengue patients: A matched case-control study. Scientific Reports, 7(November 2016), 1–10. https://doi.org/10.1038/srep39872

Pineda, N. (2019). Sube a 59 la cifra de muertos por dengue hemorrágico. La Prensa, p. 1. Retrieved from www.laprensa.hn/honduras/1305211-410/muertos-dengue-hemorragico-grave-honduras

Screaton, G., Mongkolsapaya, J., Yacoub, S., & Roberts, C. (2015). New insights into the immunopathology and control of dengue virus infection. Nature Reviews Immunology, 15(12), 745–759. https://doi.org/10.1038/nri3916

St. John, A. L., & Rathore, A. P. S. (2019). Adaptive immune responses to primary and secondary dengue virus infections. Nature Reviews Immunology, 19(4), 218–230. https://doi.org/10.1038/s41577-019-0123-x

Thomas, S., Endy, T., Rothman, A., & Barrett, A. (2015). Flaviviruses (Dengue, Yellow Fever, Japanese Encephalitis, West Nile Encephalitis, St. Louis Encephalitis, Tick-Borne Encephalitis, Kyasanur Forest Disease, Alkhurma Hemorrhagic Fever, Zika). In Principles & Practice of Infectious Diseases (8th ed., pp. 1881–1902). Philadelphia: ELSEVIER SAUNDERS.

Yasmin, S., & Mukerjee, M. (2019). The Dengue Debacle. Scientific American, 320(4), 38–47. https://doi.org/10.1038/scientificamerican0419-38

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