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EL 25 DE ENERO NO SE CELEBRA, SE LUCHA

Por: Stephanie S. Galindo

Licenciada en Relaciones Internacionales

Máster en Gestión y Políticas Públicas y Especialista en Estudios de Género de la Universidad de Chile

Te tengo un acertijo:

Un padre y un hijo viajan en coche, tiene un accidente grave, el padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia.

Llaman a una eminencia médica, pero cuando llega y ve al paciente dice: “No puedo operarlo, es mi hijo”

¿Cómo se explica esto?

Debo advertirte antes que: más allá de tu respuesta, este acertijo puede revelar más sobre cómo piensas y percibes el funcionamiento de la sociedad.

Si respondiste que la eminencia médica es su mamá: ¡bienvenido o bienvenida a la deconstrucción del género! Si no le atinaste, no hay problema… Tampoco pasó por mi mente responder que efectivamente su mamá era la eminencia médica y no podía operar a su hijo.

Para ponerte en contexto, este ejercicio se realizó a través de un estudio en 2014, realizado por dos investigadoras de la Universidad de Boston, solo el 14% de los 197 estudiantes a los que se les formuló el acertijo respondieron asertivamente (Rosendo, 2018).

Por otro lado, el amplio porcentaje de error se debe a una parcialidad inconsciente o implícita, es decir un sesgo generado de forma automática en nuestro cerebro donde pensamos que la “eminencia médica” es un hombre y no nos planteamos que puede ser una mujer.

El origen de este tipo de prejuicios "implícitos" se remonta a la infancia temprana: cuando los niños y niñas aprenden del mundo que los rodea y se crean en el cerebro asociaciones neuronales que relacionan conceptos y recuerdos de una manera inconsciente.

Como lo explica la psicóloga del Centro Equality Challenge Unit, Tinu Cornish: "Si cada vez que vas a trabajar o que enciendes la tele o escuchas la radio ves que los hombres están asociados al liderazgo, a un mayor estatus y a una mayor capacidad, eso es lo que nuestro cerebro inconsciente va a aprender" (Rosendo, 2018).

No quiero que me malinterpretes, es muy humano tener sesgos, sin embargo, el problema es cuando estos sesgos están cargados de prejuicios que contribuyen a la inequidad en nuestras sociedades, como la imposición de la construcción social sobre los roles de género, por ejemplo, que a la mujer es la encargada del cuidado de la familia y al hombre ser sustento económico.

Estos roles de género se han basado históricamente en las relaciones de poder y dominación sobre los derechos sociales, económicos, políticos, reproductivos y sexuales de una mujer (sólo recordándote que fue en 1957 que las mujeres se acercaron a las urnas a depositar su voto por primera vez en la historia de Honduras).

Hubo luchas para que concretizaran estos derechos que hoy por hoy no le damos el valor suficiente para recordar a una Visitación Padilla, Graciela Amaya García, Goya López, Trinidad del Cid, Olimpia Varela, Clementina Suárez, Lucila Gamero de Medina, Argentina Díaz Lozano y Paca Navas de Miralda entre otras damas hondureñas.

Este grupo se convierte en un extraordinario promotor de los derechos de las mujeres, y a partir de allí se emite un nuevo decreto que será aceptado y el cual establecerá oficialmente el 25 de enero como Día de la Mujer Hondureña, efecto de la lucha de las mujeres por tener un espacio en la vida política de país (Espinoza, 2019). Es nuestro deber recordar la historia y reconocer que estoy escribiendo estas palabras gracias a la lucha de estas mujeres.

Es curioso pensar que esta ola de sufragistas reivindicaría toda desigualdad, sin embargo, nos estamos enfrentando a momentos de mayor resistencia y perpetuación de los roles de género (Butler, 1990), machismo, violencia suavizada contra las mujeres, hipersexualización, micromachismos (gaslightning, mainsplaning, bropiating y manterrupting) y techos de cristal (Burin, 2008) entre muchos, muchos más.

Podría apostar que más de alguno has experimentado en tu vida… lo importante de esto es que podemos colocarle un nombre al problema y empezar a delinear límites.

Si bien nos encontramos en una era de despertar o emancipación femenina (Galindo, 2021), hay un camino largo por recorrer para reducir la brecha de género. Según el Informe Global de Brecha de Género 2020 del Foro Económico Mundial indica que al ritmo que actualmente llevamos, tomaría 59 años cerrar la brecha de género en la región de América Latina y el Caribe (Tamayo, 2020).

Estamos hablando que cuando tú y yo seamos adultos mayores llegaremos a ver una sociedad paritaria e igualitaria en sus derechos y deberes. Nuestro deber como generación es tener la conversación en nuestro entorno, educarnos y educar sobre empoderamiento e igualdad.

En Honduras actualmente solo el 21.7% de los escaños en el Congreso Nacional son liderados por mujeres, en los gobiernos municipales solo hay 19 alcaldesas de 298 alcaldías en el país, solamente hay 5 mujeres de 15 magistraturas que integran el Alto Tribunal de Justicia y, no hemos logrado ver una mujer en la silla presidencial (Galindo, 2020).

¿Qué te quiero decir con esto?

Que no estamos siendo representadas para aquellas que anhelamos políticas públicas a favor nuestro y por el otro lado, deseamos que más mujeres se preparen para tomar esos lugares de decisión.

Estas circunstancias se dan por no tener un manifiesto legal de igualdad de género, donde históricamente la mujer se ha posicionado en “puestos perdedores” (Freidenberg, 2020) o en “man shadow”, a través de puestos que la invisibilizan.

Independientemente de tu postura política, son necesarias los ajustes estructurales y mentales sobre la igualdad de género, ya que corregirá la discriminación histórica y fortalecerá nuestra democracia a sociedades más inclusivas e igualitarias.

Que este 25 de enero recapacitemos lo lejos que hemos llegado, pero también lo que nos falta por hacer.

Tómalo de una mujer que se ha enfrentado a todo lo anterior.

El 25 no solo se celebra, se lucha


Bibliografía

Burin, M. (2008). Las “fronteras de cristal” en la carrera laboral de las mujeres. Género, subjetividad y globalización. Anuario de Psicología, 39(1), 75-86. Obtenido de https://www.raco.cat/index.php/AnuarioPsicologia/article/download/99355/159762

Butler, J. (1990). El género en disputa.

Espinoza, K. (24 de enero de 2019). UNAH. Obtenido de 25 de enero: Conmemoración del derecho al voto femenino en Honduras: https://presencia.unah.edu.hn/noticias/25-de-enero-conmemoracion-del-derecho-del-voto-femenino-en-honduras/

Freidenberg, F. (2020). eformas electorales y representación política de las mujeres en Honduras (1980-2019). Estudios Políticos(51), 36-99. Obtenido de http://www.revistas.unam.mx/index.php/rep/article/download/77177/68204

Rosendo, I. (08 de marzo de 2018). BBC. Obtenido de BBC: https://www.bbc.com/mundo/noticias-43286945

Tamayo, K. (23 de octubre de 2020). Observatorio de Violencia . Obtenido de https://observatorioviolencia.org/brecha-global-de-genero-reporte-2020/#:~:text=El%20Foro%20Econ%C3%B3mico%20Mundial%20%2DFEM,educativos%2C%20salud%20y%20empoderamiento%20pol%C3%ADtico.



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