Por: José Mario Reyes H.
MSc HRM –Bristol Business School, UK
Actualmente Honduras enfrenta una crisis que es nueva para la mayoría de las generaciones existentes, el COVID-19 ha cambiado nuestras vidas y una de las variables más impactadas en esta crisis de orden mundial es la administración del tiempo. Las metodologías de trabajo que usan las tecnologías de la información se han convertido en herramientas fundamentales para el alcance de ciertos objetivos organizacionales, en especial aquellos que se relacionan con la toma de decisiones. Las posiciones de alta gerencia, mandos medios e incluso ciertas posiciones operativas, sufren cada día, cada hora y puede llegar a decirse cada segundo por pasar sentados frente a una computadora en su estudio, comedor, habitación e incluso jardines, atendiendo videoconferencias, llamadas grupales, envío de correos electrónicos y generación de reportes, en un lapso simple de doce horas al día. Pero esta situación no solo es bajo un horario de doce horas, a ello se le debe sumar que ninguna organización esperaba que esta situación iba a ser tan seria, alterando significantemente las agendas de trabajo, lo cual provoca que no exista diferencia entre un miércoles y un domingo, trabajando enfrente de tu computadora. Pero aparte de relacionar y saber que mucho de estos eventos se dan por estar en una situación de cuarentena, surge la pregunta; ¿además del coronavirus, qué más impacta a nuestras organizaciones? Bueno, luego de hacer un pequeño análisis por simple inspección surgen ciertas raíces discutibles al problema que pueden sorprendernos.
¿Carencia o una débil estrategia organizacional?
Hoy en la crisis las organizaciones están enfocadas en la productividad, la cual es convertida en ganancias las cuales sostienen a la organización y colaboran al crecimiento económico de una sociedad. Sin duda alguna la premisa anterior es el fin de la mayoría de las organizaciones productivas, no obstante una organización sin estrategia es un barco a la deriva en un mar agitado, y este barco sin norte puede hundirse si no hay adaptabilidad o giros de dicha estrategia. Esto, en palabras amigables, se refleja en la improvisación, en la toma de decisiones que se combinan entre un optimismo de que todo volverá a ser como antes y la urgencia de sobrevivir ante las medidas de estado de excepción que sufre el país. De esta manera se provocan líneas de acción que pueden cambiar en días, incluso horas. Esto lógicamente genera inestabilidad en el funcionamiento de la organización para alcanzar sus objetivos. Cuando el colaborador no tiene norte de sus deberes es el primer síntoma de carecer de estrategia y prioridades organizacionales. Esto es letal en tiempos de crisis, pues se corre el riesgo de desaparecer. La navegación debe ser inteligente, conocer el norte de la organización, reconocer los recursos disponibles y la voluntad de adaptabilidad, todo esto en un marco constante que proyecte el oleaje tanto del mercado como de la crisis. La anticipación de eventos deberá ser parte del plan de operación en la organización tanto en lo económico, lo político y lo social.
Las mayorías de las organizaciones en el país carecen de un plan de contingencia real
La crisis del COVID-19 pudo proyectarse desde diciembre del 2019, sin embargo muchas organizaciones no pusieron atención a su gravedad y posibilidades de llegar a Honduras. A pesar de que algunas poseen un plan de contingencia, la falta de simulacros y enfoque en la producción no dio tiempo a planificar y priorizar una crisis de esta naturaleza, lo cual es una de las principales acciones de la alta gerencia para mantener la continuidad del negocio. Por ende la distorsión de la agenda organizacional y altos niveles de improvisación impacta directamente la administración del tiempo de lo colaboradores. Este es el resultado de horas frente a una computadora en videoconferencia que se convierte en listas de asistencia para asegurar que el colaborador está formando parte de la solución y hasta alimenta el paradigma, que la presencia física es igual a producción. Esto conlleva a ocasiones invasivas de tiempo de trabajo ante la crisis, situación que queda de experiencia para mantener la estabilidad en las organizaciones.
El futuro requiere procesos predictivos dentro de las organizaciones en el país, esta crisis puede ser el detonante de la modernización de las políticas internas tanto de recursos humanos, financieras y de administración de la tecnología, las cuales deben apuntar a operaciones eficientes en la demanda de recursos de toda índole, no solo financieros, pues ha quedado claro de la necesidad de alinear a las organizaciones según variables exógenas que antes no eran tomadas en cuenta.
El surgimiento de liderazgos es inminente ante esta situación
Estos nuevos liderazgos serán aquellos que se adaptaron a la crisis con el uso correcto de la tecnología, gestión de recursos humanos y sus habilidades blandas en dicha situación, la anticipación de eventos por medio de datos y antecedentes serán fundamentales luego de esta pandemia. En Honduras las organizaciones deberán entender que la tecnología, tanto ofimática como informática, no son temas de los departamentos de IT, sino que son transversales a lo largo de la organización. Usar una herramienta de comunicación debe ser parte de las habilidades fundamentales de los colaboradores; asimismo, se deberá romper ese esquema de necesitar un operador informático para el uso de dichas herramientas. En esa fase la capacitación y los departamentos de recursos humanos juegan un rol importante en culturizar a los colaboradores al ver la tecnología como una herramienta cotidiana no aislada y sofisticada que requiere operadores externos para su funcionamiento.
Bajo las premisas anteriores, aún queda mucho por analizar y estudiar en esta crisis peculiar en el contexto nacional. Si hay un tema que debe prevalecer ante todo es la vida. No olvidamos las decenas de hermanos hondureños que nos han dejado a causa del COVID-19. Debemos procurar proteger a cada una de nuestras familias para evitar que esto empeore, la vida humana estará siempre por encima de cualquier objetivo organizacional, por lo tanto las medidas de bioseguridad son fundamentales para cualquier tipo de apertura económica. El periodo postcrisis será un espacio y tiempo desconocido, el cual se tendrá que enfrentar, con sus acciones específicas de trato y supervivencia, que deben en este momento ser proyectadas con sus respectivas acciones. Sin embargo, esta crisis nos está dando una gran lección como país que es sobre todo preservar la vida. Esta es una responsabilidad colectiva y sin diferencias. Todos, sin distinción alguna, hemos sido sacudidos dramáticamente por una situación de esta naturaleza. Que Dios bendiga a nuestro país durante esta difícil prueba.
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