Por: Jorge Sabonger
Arquitecto. Especialista en desarrollo y diseño de proyectos de hoteles y residencias de lujo en el Caribe.
La pregunta posee diversas respuestas, pero solamente voy a profundizar en dos razones. La primera es la falta de infraestructura hotelera que atrae a personas con alto poder adquisitivo y la segunda, no conocemos el potencial de este sector socioeconómico. La conexión entre estas dos razones es intrínseca.
La costa norte de Honduras es fuente de una inmensa riqueza de recursos naturales, que ha sido aprovechada desde tiempos coloniales, pasando por las compañías bananeras, hasta la actualidad. Todos hemos visto los paisajes inmaculados, rebosantes ríos, majestuosas playas y asombrosa flora y fauna. Esta parte del territorio hondureño cuenta con tres aeropuertos internacionales, puertos marítimos, centros industriales y gran diversidad poblacional. Basado en lo anterior, ¿por qué aún no destaca la costa norte como un destino turístico de lujo?
La infraestructura hotelera no se encuentra diversificada al ofrecer los mismos servicios, carentes de una experiencia atractiva que estimule los sentidos, reforzando el hecho que no logramos innovar. La idea de cómo se diseña y opera un hotel en Honduras, ha cambiado muy poco. Vemos en todos lados hoteles que no han sido readecuados para servir necesidades actuales. El sector de consumo de destinos de lujos está por desembolsar su dinero por una experiencia cautivadora y trascendental, que satisfaga sus altos estándares de confort y lujo. Estas personas gastan un promedio $5,000 por un viaje corto para dos personas de acuerdo a Business Insider. ¿Pueden imaginar la oportunidad que esto representa? ¿Qué estamos esperando para aprovechar esta oportunidad?
Hay un departamento en Honduras que se ha posicionado en los últimos años como un destino turístico de lujo, logrando atraer a estrellas de cine, artistas, multimillonarios y personas influyentes. El departamento de Islas de la Bahía cuenta con un aeropuerto internacional, dos puertos de crucero, una barrera de coral, paisajes exuberantes, gran diversidad étnica, una rica tradición histórica, hoteles de clase mundial y experiencias únicas e irrepetibles. El departamento insular ha logrado establecerse como un estandarte para vacaciones lujos.
En la isla de Roatán encontramos un desarrollo hotelero que avanza a pasos agigantados. Las noches de hotel más caras del país se encuentran en esta isla, que ronda desde los $600.00 hasta los $1000.00. La apertura del Kimpton Hotel en West Bay marca un hito en la zona. Por primera vez una cadena hotelera realiza una inversión de gran magnitud en el país. Esto le abre paso a más cadenas de hoteles que se dedican al rubro de los destinos de lujos. El poder económico que genera un hotel de lujo es cuantificable de la siguiente manera: por cada persona que es empleada por un hotel de lujo, cinco personas allegadas a esta persona se benefician de manera directa (poder de 5). Es grande el impacto económico que se genera.
Las experiencias que se encuentran en Roatán son las siguientes: nadar con delfines, tour en los manglares, visitar e interactuar con fauna exótica, pesca extrema, spas de clase mundial, diversidad gastronómica, deportes extremos, viajes en veleros y catamaranes. A esto se le complementa el servicio de lujo provisto por el personal de hoteles y restaurantes.
La isla de Guanaja no se queda atrás. Cuenta con una serie de pequeños hoteles boutique, los cuales hospedan en su mayoría a multimillonarios que buscan escapar del ruido y contaminación de las urbes metropolitanas. Sus playas y canales marítimos son una gran atracción para estas personas. El buceo de clase mundial es sorprendente y es asediado por muchas personas.
El departamento insular ha sabido aprovechar sus recursos y proyectar una imagen exclusividad y encanto a las personas que buscan destinos turísticos de lujo. Es fácil replicar el éxito de Islas de la Bahía, no se necesita una gran infraestructura hotelera, basta con proveer una alternativa a la saturación del mercado. Un ejemplo es el glamping, una noche en estas tiendas de campaña es mucho más cara que una noche de hotel. Lo que la gente busca con esta experiencia es conectarse con la naturaleza y estimular sus sentidos al exponerse al encuentro con lo inmaculado y sorprendente. Actividades como observar aves, escalar y recorridos a través de senderos montañosos se complementa con espacios de lujos alternativos, logrando generar grandes cantidades de dinero sin invertir grandes sumas de capital a corto y largo plazo.
Está en nuestras manos replantearnos el modo convencional de promover la industria hotelera de la costa norte del país para atraer a personas con mayor poder adquisitivo, logrando convertirlo en un destino turístico de lujo.
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