Por: Fernando Murillo
Estudiante de Medicina
Si tuviésemos la oportunidad de nacer en otro lugar que no fuera Honduras, teniendo los recuerdos de nuestra infancia, tanto lo bueno como lo malo, ¿tomaríamos dicha oportunidad? Me encantaría pensar que no.
Hoy nuestra nación se encuentra en un momento crítico, un momento que marcara la historia, nuestro futuro, ya sea uno prometedor o uno lleno de desventajas sin ningún tipo de mejoras. Por lo que nuestra sociedad nos presenta una línea que divide las generaciones pasadas con las contemporáneas, y a partir de este pensamiento debemos mirarnos en el espejo y conversar con nosotros mismos, y hacernos la pregunta, ¿estoy listo para asumir la responsabilidad que conlleva rescatar a mi país de la miseria, de la corrupción, de la impunidad?
Un sentimiento colectivo que se respira con facilidad en el ambiente actual es el “como quisiera poder irme de Honduras” y con justa razón. Es algo completamente normal sentirse impotente, decepcionado, e incluso agotado de un sinfín de situaciones que nos privan de una buena calidad de vida en nuestro amado país, sin embargo, si no somos nosotros quienes mejoremos la situación, nosotros quienes tenemos la oportunidad de estudiar y prepararnos cultural como intelectualmente, entonces, ¿quién?
La mayoría de la población está en busca de una buena calidad de vida. Mejores oportunidades de crecimiento laboral, mayor seguridad financiera y de hogar para poder iniciar una familia, mejor calidad de educación al igual que mayores facilidades para poder tener opciones disponibles en el pensar de planes a futuro. Todo esto se entiende a la perfección, sin embargo, ¿de qué nos sirve irnos a otros países que lo tienen absolutamente todo?
¡Honduras nos necesita! Luchemos por nuestra tierra, por nuestros derechos, por nuestras leyes, y por sobre todas las cosas, por nuestros compatriotas. Somos la generación del cambio, los únicos que podemos darle vuelta a la situación tan precaria en la cual nos encontramos, y muchos dirán, “este país ya no tiene salvación”, pero es una decisión individual. Este no es un trabajo de unos días, ni de una semana, ni de unos meses. Este es un trabajo de años, que como ciudadanos tenemos la responsabilidad de responder y dar de regreso a esta tierra.
En estos tiempos tan difíciles que se han vivido y se continúan viviendo globalmente, muchos hemos reflexionado, observado más detenidamente, de iniciar proyectos a pequeña y a gran escala dentro de los cuales se ha podido ayudar y beneficiar a cientos de personas que se han visto gravemente afectadas por la situación actual. ¿Se imaginan el impacto gradual que nosotros los jóvenes hondureños, de manera colectiva, ayudándonos y apoyándonos los unos a los otros, podríamos llegar a lograr al implementar campañas y propuestas durante meses o incluso años? La consolidación de las organizaciones o proyectos no son cuestión de un día al otro, requiere mucho trabajo, esfuerzo, dedicación, y sacrificio que debemos estar dispuestos a realizar por el bienestar mutuo como nación.
La fuga de cerebros o de guerreros en Honduras es algo que requiere de mucha atención y nuestra consciencia y moral ciudadana involucra directamente nuestro sentido de patriotismo. Este patriotismo, en caso de ser un sentimiento verdadero, no espera nada a cambio. Si todas nuestras mentes más brillantes, todos aquellos compatriotas hondureños y hondureñas que han logrado sobresalir en el extranjero ya sea como profesionales o como estudiantes, regresaran a Honduras y asumieran todos aquellos puestos dentro de los cuales lograsen aceptar la responsabilidad y el rol de ser un “agente de cambio”, ¿estaríamos en la situación que estamos ahora?
Es una realidad incierta, ya que nunca se ha realizado. Esto no quiere decir que aquellos que nos quedamos seamos incompetentes, todo lo contrario, la unión hace la fuerza y cada patriota es clave para la reconstrucción de nuestra nación. Debemos recuperar ese sentido de amor por nuestra patria, que, a través de los años hemos perdido, debemos luchar por nuestros derechos y todo aquello a lo que deberíamos de tener acceso para tener una buena calidad de vida.
Nada de esto vendrá gratuitamente, todos nosotros, juntos, podremos iniciar un nuevo futuro para nuestra nación. Doctores, ingenieros, arquitectos, empresarios, abogados, etc., el futuro de Honduras está en nuestras manos, y aún estamos a tiempo si actuamos ahora, pero debemos actuar y estar unidos, incentivándonos mutuamente a ser buenos, humildes, a tener nuestra moral e integridad blindada para que sean incorruptibles e inquebrantables. Para que un día, en un futuro cercano, nuestros hijos y las generaciones que les precedan no sientan la necesidad de irse y eventualmente lleguen a ser lo que más deberíamos temer, una fuga de cerebros.
Comments