Por: José Manuel Valladares
Ingeniero Civil egresado de la Universidad Tecnológica Centroamericana con una maestría en Hidráulica Ambiental en la Universidad de Granada
El agua es un elemento indispensable para el desarrollo de la vida en todas sus facetas. Desde la edad antigua ya se tenía constancia de la importancia que esta representaba para las personas, por lo que las primeras civilizaciones humanas surgieron en torno a las cuencas de los grandes ríos de Oriente Medio como el Nilo, Éufrates y Tigris. Lastimosamente hoy en día se da por sentado el acceso a este líquido vital, sobre todo en países donde no se sigue un enfoque de gestión integrada de los recursos hídricos resultando en una cultura en la que se ve como un recurso abundante y barato que se puede utilizar de forma desmedida. Por este motivo es necesario girar hacia una serie de políticas y prácticas en la que se promueva la protección y el uso racional del mismo.
El agua potable es toda aquella que es apta para el consumo humano. Existen diferentes parámetros, como la cantidad de minerales que contiene, microorganismos presentes o el nivel de pH, que la distingue del agua cruda o no tratada. Tratar esta agua conlleva un esfuerzo tanto económico como ecológico. Esto significa que el agua potable posee un valor agregado y es aún más escasa en comparación con el agua disponible a nuestro alrededor.
Según el PNUD la escasez del agua afecta a más del 40% de la población mundial, la cual es una cifra alarmante si se toma en cuenta que las predicciones futuras prevén un aumento en los eventos de sequía y de la temperatura media global debido a los efectos del cambio climático [1]. Debido a esto, cada vez son más los países que experimentan estrés hídrico, es decir que la demanda del agua necesaria es mayor a la oferta disponible que se tiene de la misma. La región Centroamericana, y en concreto Honduras, no es ajena a estos problemas que afecta a todo el planeta a pesar de encontrase ubicada en una zona privilegiada respecto a la cantidad de precipitación anual que recibe.
En los últimos años no es extraño escuchar en las noticias como algunos entes reguladores de agua potable se ven obligados a racionar el servicio de agua a la población. El caso más crítico se presenta en el Distrito Central, donde en el primer trimestre del presente año algunas comunidades recibían agua una vez cada nueve días. Esto es tomando en consideración únicamente al 66% de la población afortunada que cuentan con una conexión al sistema de agua potable de la ciudad. El resto, generalmente en la periferia y en barrios de escasos recursos, tiene que depender de alternativas costosas y de baja calidad como camiones cisternas en los cuales el precio del agua llega a ser considerablemente mayor.
No es un secreto para nadie que en la actualidad el abastecimiento de agua potable en la capital del país presenta serias carencias, las cuales se ven magnificadas en la época seca cuando el déficit de agua puede llegar a alcanzar el 55% de la demanda [2]. Pero la carencia de precipitaciones no es el único problema al cual nos enfrentamos. Una defectuosa e ineficiente red de distribución puede representar grandes pérdidas para un sistema de agua potable. Según un estudio realizado en el año 2016 por el Banco Interamericano de Desarrollo, el 40% del agua tratada es desperdiciada por las fugas y conexiones ilícitas presentes en la red de distribución del Distrito Central aumentando aún más la escasez de la misma [3]. Por este motivo una rápida detección y reparación de fugas es primordial como primera medida para un funcionamiento adecuado del sistema. Todos podemos ayudar en esta tarea reportando de forma inmediata a nuestra empresa operativa de agua potable cualquier avería que observemos en la red de distribución.
Las empresas operativas son responsables de la reparación de cualquier desperfecto que se pueda presentar en la red de distribución desde la toma domiciliaria hacia el exterior pero cada persona es responsable de las fugas y averías que se generan desde este mismo punto hacia el interior de las viviendas. Una llave en mal estado que desperdicia una gota de agua cada segundo representa una pérdida de 4.32 litros al día, el equivalente a 1,576.80 litros al año. Reparar las llaves, válvulas o tanques de inodoro en mal estado lo antes posible es una forma eficaz de contribuir a un uso más eficiente del agua potable. Más importante aún es no dejar las llaves abiertas por periodos largos de tiempo de forma que esta se desperdicie. En los lugares donde el agua potable solamente llega un par de veces por semanas es normal que las familias se abastezcan de la misma ya sea llenando pilas o recipientes de distintos tamaños. Una mala práctica es dejar las llaves abiertas de forma desatendida de modo que no se percatan cuando el agua empieza a rebalsar aumentando su derroche. En el caso de las pilas se pueden instalar válvulas de flotador, las cuales no representan un gran gasto económico y ayudan de gran manera a lograr un uso más racional del mismo. Además de esto, existen pequeñas acciones que podemos realizar para cuidar su uso como por ejemplo cerrar la llave cuando nos lavamos los dientes, no utilizar mangueras para lavar el carro o el patio, regar las plantas por las noches o reducir el tiempo en la ducha.
Tenemos que empezar a ver al agua como un recurso limitado el cual se puede volver no renovable cuando no se logra una gestión cuidadosa y responsable de su uso y conservación. Recordemos que se trata de un recurso de alto valor por lo que se debe tener un uso responsable del mismo. Es importante cambiar nuestros patrones de comportamiento de modo que utilicemos únicamente el agua necesaria. Recordemos que se distribuye a través de una red de tuberías conectadas entre sí por lo que un uso irresponsable puede perjudicar a las demás personas conectadas a la red provocando pérdidas de presiones o incluso falta del vital líquido.
Referencias
1. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Objetivo 6: Agua limpia y saneamiento | PNUD. Disponible en: www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals/goal-6-clean-water-and-sanitation.html
2. SANAA. (2011). Consultoría estudio de factibilidad técnica, financiera y ambiental del proyecto represa de Río del Hombre. Términos de Referencia
3. Terraza, H., Viguri, S. & Zambrano, P. (2016). Tegucigalpa y Comayagüela: capital sostenible, segura y abierta al público. Banco Interamericano de Desarrollo. Disponible en: https://webimages.iadb.org/PDF/Plan+de+Accion+-+Tegucigalpa.pdf
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